miércoles, 10 de noviembre de 2010

Micmacs à tire-larigot (2009)

Ver la obra de Jean-Pierre Jeunet, es como revivir esa escena de Amélie (2001), en la que el señor Bretodeau descubre, sin proponérselo, una cajita en la cual están guardados varios objetos de su niñez, que fueron sus tesoros en esa época y que van adquiriendo otra vez valor ante sus ojos, con cada recuerdo y sensación que van evocando. Jeunet es un reciclador de lo invisible; lo cual aumenta su mérito, porque en cada película logra darle desgaste a los objetos nunca usados, aprender de la sabiduría agobiante de quienes antes jamás existieron, y hacer sentir melancolía por volver a visitar lugares nunca antes vistos.

Con esta comedia de tímidas escaramuzas, contestatarias al tema de la guerra, de las armas y de la maquinaria que funciona tras todo ello, Jeunet se nos vuelve a atravesar en el camino, después de cinco años de estar detrás de esa baldosa en la pared, dándole vueltas en la cabeza a esta idea, quizás para poder darle esos desgastados sepia y ocre que caracterizan a sus ambientes.

La historia de Micmacs es acerca de Bazil, un hombre cuya vida está determinada por un par de sucesos que lo involucran como víctima colateral de la violencia: cuando niño, con la muerte de su padre al explotar una mina y, ya adulto, recibir una bala perdida en la sien, la cual queda alojada para siempre en su cerebro y que lo pone en constante riesgo de morir si no mantiene su mente en actividad (como quien dice, se puede estar muriendo el día menos pensado). Su nueva condición de aparente disfuncionalidad, lo hace perder casi todo, excepto su empeño por sobrevivir hasta que un día, es adoptado por un grupo de 'inservibles', cada uno con una cualidad excepcional que les permite volver a ser útiles por un momento. Es entonces cuando un plan personal de Bazil por dar solución a esas dos cicatrices aún abiertas en su vida, se convierte en un propósito común para toda su nueva familia.

En cuanto a actuaciones, Jeunet se vuelve a rodear de su mejor elenco, como el infaltable Dominique Pinon, Yolande Moureau, Michel Robin; como prota principal está Dany Boon, quien ya se le empieza a reconocer por otras buenas películas del género como Le code a changé (2009) o Mon meilleur ami (2006). En cuanto a todo lo demás, sólo se puede esperar lo mejor y más de la narrativa y la estética que no son ajenas a quienes han visto al menos una película, de la corta pero nutrida filmografía de este director francés.

Hoy estuve revisando la cartelera de las salas de cine colombianas y sólo la encontré disponible donde me la ví, en Royal Films de Centenario, en Cali. Aprovechen pues quienes puedan para vérsela y disfrutársela tanto como quienes lo hicimos ayer. Sáquenle el tiempo, y sáquense también una merecida sonrisa.

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