Después de llegar de vacaciones me he dado cuenta, por la emoción tan grande que han mostrado muchos amigos y conocidos, que no sólo cumplí un sueño propio que tenía atrasado (el de conocer la capital gaucha), sino que también cumplí un sueño ajeno. También descubrí que mucha gente simplemente siente una cosquillita (no mencionemos la palabra envidia, de la mala o de la buena, que igual suena feo) por no haber sido ellos que viajaron. Pero entre todos los descubrimientos, noté que hay personas que directamente preguntan por el costo del viaje, mientras que otras, aunque tal vez también quieran saberlo, se abstienen con cierta vergüenza.
Me puse a hacer conciencia sobre ello, y a partir de ese momento comencé a recopilar información. Alguna de ella en campo, pendiente de las conversaciones propias y ajenas y otra en la vasta biblioteca de recuerdos que se almacena en mi cabeza. Con esta información comencé a hacer análisis. Es algo parecido a lo que hago en mi trabajo. Levantar información, encontrar relaciones y analizar los datos.
La conclusión es simple. Dentro de las muchas categorías que se pueden crear para clasificar a las personas, está esta: Los que demuestran ambición por el dinero y los que no. Abiertamente, yo me ubico en la segunda. Hijo de dos trabajadores de clase media, tirando a pobre que sudaron toda su vida para que yo tuviera educación, salud y alimento (claro, amor también, pero creo que los economistas no clasifican al amor como una necesidad básica), nunca ponderaron en mí el dinero. En cambio si el conocimiento, si estar sano y si estar bien alimentado. Tal vez por eso yo disfruto tanto la comida. La gula es mi pecado capital, incluso por encima de la pereza. Tal vez por eso también, me cuido (mi novia que me ve trasnochar despiadadamente, podría opinar lo contrario), hago deporte, me aseo, me alimento sano, en fin me cuido, como dije antes. Tal vez por eso también mi objetivo no es tener plata sino conocimiento, no es tener objetos sino experiencia, prefiero un viaje a un carro, y cosas por estilo. Tal vez por eso, aunque podría agresivamente dejar en el camino a varios competidores laborales y escalar en la pirámide social y laboral, no me interesa dejar de lado mis principios y me brinda más satisfacciones el aportar al trabajo de equipo. No con esto quiero decir que no me interese liderar empresas, pero sí que mis objetivos son diferentes.
Por otro lado están aquellos que demuestran la ambición por el dinero. Estas personas son especialistas en preguntar los precios de todo. Comparan los precios a los que le salió a alguien un viaje con a los que les saldría a ellos. Ellos regatean en todo lugar. Cuando compran algo están pensando en el faltante de dinero que dejaron y no en el vacío que la compra llenó. Ellos son hábiles para manejar dinero y nunca son lo suficientemente ricos. Es probable que por norma de urbanidad hayan aprendido con el tiempo a no preguntar por el costo de las cosas, y que tal vez algunos de ellos tengan tanto dinero (porque han ido logrando su objetivo) que ya no les sea necesario preguntar, o simplemente han preguntado tanto que ya se saben el costo de las cosas, pero eso no quiere decir que no les interese saber. Todo el tiempo sondean el mercado. Les gusta hacerlo, les gusta estar actualizados. Así nunca ejecuten el gasto, ellos tienen que tener la información. Es muy probable que en este grupo entren aquellas personas que cuando eran niños llevaban plata al colegio para comprar en la tienda (yo llevaba lonchera). Aquellos que vendían cosas. Aquellos que no los recogía la buseta, sino que tomaban transporte público. Aquellos que desde chicos se dieron cuenta que manejar dinero les daba poder para hacer cosas que no tenían sus amigos. Les daba independencia. Les daba libertad. Yo de chico, no tenía eso, ni quería eso. Me gustaba depender de mis padres y no preocuparme por no tener dinero, y si balón, y si comida, y si transporte, y si todo.
En fin, de estas dos clasificaciones, que son abiertamente excluyentes y básicas, se pueden desprender cualquier cantidad de híbridos. Usted me dirá, "noo, pero yo si me preocupo por el dinero, pero no tanto, también por las otras cosas" o al revés. También me podrá decir "Bah! Yo si me preocupo por el dinero. Quiero riqueza, poder, comodidades, en fin. Pero eso no me hace un maleducado que está preguntando todo el tiempo, cuánto te costó ese lapicero!". Y si, podrán tener razón, porque en medio de los dos grupos están todos los que han tenido influencias de un lado y del otro. Yo mismo no me podría clasificar puramente en ninguna de las dos categorías. Pero existen engendros puros de cada una de ellas. Yo los he conocido. Y debo admitir que aquellos que están en la segunda, los que te preguntan cuánto te costó ese jean, el cual no tienes ni idea porque es de tu hermano, logran desesperarme. Me sacan de quicio. Me enferman. Me aburren. Una cosa es que estén haciendo un levantamiento de información para su trabajo. Yo tengo que comprar muchos productos de mi competencia para saber los precios públicos del mercado y poder definir el precio óptimo de venta. Una cosa es que estén pensando en comprarse un jean y hayan encontrado en el mío la opción que querían y quieran saber los detalles. Una cosa es que tengan planeado viajar y estén levantando toda la información para poder pagar el viaje. Pero otra cosa es preguntar por preguntar. Incluso preguntar para juzgar. Yo los pondría a todos en una bolsa y los tiraría a un río. Pero como soy educado, paciente y tranquilo no lo hago. Prefiero jugar con ellos. Cada vez que no encuentro en la pregunta un tono sincero de interés, les miento. Como se me ocurra en el momento. Me quedo con la cara de sorpresa que hacen. Una camiseta de cuarenta mil pesos me pudo costar cuatrocientos mil. O unos tenis de cien mil me pudieron costar quince mil. Un viaje en bus (yo se que quien me pregunta nunca se va a montar en un bus) no cuesta mil quinientos sino para algunos vale quinientos y para otros vale tres mil, dependiendo de mi humor. Es que una cosa es preguntar porque hay que saber el precio antes de llegar a un sitio para no ser estafado, y la otra es preguntar por armar conversación. A los segundos me gusta engañarlos, confundirlos, dañarles su mapa mental de precios. Hacer que por la noche mientras intentan dormir estén pensando, "pero dónde carajos pudo comprar un computador con esas especificaciones en sólo un millón de pesos? debe ser de contrabando o chiviado!".
Y a usted, cómo lo educaron?
sábado, 9 de mayo de 2009
¿A usted lo educaron así?
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13 comentarios:
Me educaron diciendome que mentir es maaaalooo.
Desafortunadamente me he dado cuenta de una forma sistemática que no mentir te vuelve cínico
Mmm, creo que me salí del tema. Yo pregunto muchas veces por las cosas que me interesen hacer, aunque sepa que no las vaya hacer en el corto plazo, es como para que no salgan de mi plano mental. Pero creo que eso se limita mucho a lo que me gusta. Cuando pregunto el valor de un cel no lo hago para ver en que estatus está, sino para ver si el que yo estoy pensando en comprar está equilibrado.. y creo que siempre pregunto por los costos de los viajes, ya que siempre quiero viajar. Pero creo que nunca me da por preguntar cuanto costó un jean o una camisa.. que lata, ya se cuanto cuestan donde las consigo.
Y bueno, lo de tirarlos a un rio, si alguna vez te decides me avisas yo tomo las fotos, que eso hay que registrarlo
Primero que todo, a mi me educaron de una manera parecida, pero si me daban para el recreo y el bus, siempre he detestado la lonchera (desde aquel episodio del banano aplastado que untó todo y no me dejó comer)
Por otro lado, me parece el colmo que uds dos estén pensando en crear una cultura de contaminación acuática basados en arribistas esnobistas, debería darles pena!
Tampoco es como derramar petróleo. Si escogemos bien el lugar, podrían servir de alimento al ecosistema
Ja ja ja ja ja ja acaba de pasar el mes de la tierra y ya están pensando en contaminar...
Por cierto.... Yo llevaba Loncherita hasta que les dió pereza hacermela porque estaba muy grande (como 10 años :S) y empezaron a darme dinero :(
Y la verdad no me considero interesada, a veces ahorrativa, pero despilfarro en comida, no hay nada que me dé más satisfacción que gastarme la plata en buena comida, viajes, o cosas de tecnología, camara, pc... etc, pero celulares nunca, procuro tener la carraspanda mas pifiosa del mundo para ver si algun día que me roben me lo devuelven....
je je je je
Por cierto, cuanto tiempo estuvo y cualto le costó????
Pues me han hecho reir mucho. Sobre todo el último comentario. Te aviso Mónica cuanto te vaya a tirar a río para que llevés vestido de baño y neumático (y a vos Mauro para que llevés la cámara).
Aclaro, que no me molesta siempre que me preguntan. Incluso, no miento siempre que me preguntan (de hecho casi nunca miento). También me educaron diciéndome que mentir es maaaalo. Aunque eso te haga cínico. Sólo son ideas que se me pasan por la cabeza, aunque no siempre las ejecute. Pero si es cierto que sistemáticamente, personajes se me arriman a preguntarme por precios, y luego le preguntan por precios a los demás, y luego dejan escapar en alguna conversación comentarios "comerciales" sobre su levantamiento de precios. A esos seguro que los tiro a un Río (aunque lo disfruten).
Feliz día de las madres.
Ej de pregunta odiosa: Ve, cuánto les costó el regalo que le dieron a su madre?
Aghh! No contesté la pregunta de MónicaA:
Fueron 10 días, y si realmente estás interesada te doy los datos. Jejeje. A veces pienso que, por otro lado sí me gusta que me pregunten sólo para poder escribir estas cosas.
No le veo algo malo a mencionar la palabra envidia, y mucho menos a sentirla; es tan válida como la pereza, la gula o la lujuria, pecados para nada despreciables en su justa medida.
Para mí, la envidia es buena, tanto despertarla como sentirla, en ciertas proporciones. Despertarla, porque de alguna manera alimenta la autoestima y te da una idea de que lo que has realizado no sólo te satisfizo a ti, sino que además te indica de que aquello en lo que invertiste no fue tan descabellado y ha pasado por la mente y el deseo de quienes te rodean. Siendo ocasional, es una práctica sana, pero si abusas de esa incidencia, podrías estar despertando un pecado como la ira, el cual suele ser foco infeccioso de muchas acciones contraproducentes al prójimo.
Sentirla, porque si no te enceguece, te conmina con respecto a tu cotidianidad a emprender acciones que posiblemente nunca hubieses desarrollado por iniciativa propia; te hace preguntarte: "¿y porqué yo no, ah?" y te arriesgas a invertir recursos para tratar de obtener al menos una buena parte de la satisfacción que obtuvo aquel sujeto. Desde luego, existen muchos buenos resultados dados por el azar, pero creo que está en cada quien administrar bien lo que esté a su alcance para acotar lo imprevisible, para poder propiciar un espacio donde le puedan ocurrir cosas buenas.
Educado con un poquito de esto y un poquito de aquello, aquí me encuentro, maniobrando entre lo impulsivo y lo previsible, tratando de hacer agradable el viaje por esta vida en transcurso.
Si, si estoy interesada, en el viaje... y gracias!!! ;)
Dale, mi correo está en el perfil para que me preguntés lo que querás! :)
No vi tu correo :S :( ....
Oh! Es cierto, pensé que lo tenía activado. Pero lo voy a dejar así: Es jjcardona@gmail.com
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