lunes, 24 de enero de 2011

Das Weisse Band (2009)

Hace meses me ví esta película en cine con un amigo y al salir, mientras bajábamos en el ascensor con un grupo de personas que venían del mismo sitio, uno de ellos resumió el sentimiento general sobre lo que habíamos presenciado: "Ve, y porqué fue que no nos vimos Shrek?". Tan clara fue la sentencia, que esta reseña me pareció innecesaria en su momento, permaneciendo en el borrador hasta hoy, en vista de que la crítica sigue alabando esta obra de Haneke, tal vez el director de cine alemán de mayor reconocimiento de nuestros días. Es por ello que; haciendo de tripas, corazón; realicé nuevamente el ejercicio de vérmela, esta vez solo, y con todos los sentidos puestos en ella.

¿Qué se puede obtener cuando se combina una buena sinopsis con un destacado director y además se le suma un par de reconocimientos como mejor película en certámenes como Cannes y los Golden Globes? Para este caso, lo mismo o un poco menos. Otra vez, tal y como me pasó ya en otra ocasión, una película se queda corta frente a las críticas hechas por fuentes reconocidas; quizás porque de nuevo, como si se estuviera frente a una mancha Rorschach, los ojos expertos imaginan más de lo que dilucidan. Porque es claro que a veces hay que leer entre líneas lo que se te pone en escena para llegar a lo sustancial, así como conocer un poco mejor el contexto histórico o político en el que se desarrolla todo, te permite confrontar la visión del director con los hechos. Sin embargo, en Das Weisse Band (2009) casi nada subyace tras lo evidente.

Es válido empezar por reconocer que el cine, así como lo ha hecho la literatura, se ha encargado de mostrarnos representaciones de algunos hechos históricos que hemos olvidado, parcial o por completo, de nuestras clases de ciencias sociales; ésto último es quizás porque la academia sigue empeñada en intentar hacernos memorizar fechas, sitios y nombres para cumplir con un currículo, en vez de darnos entender las razones de ser de los logros y fracasos de la humanidad. De cualquier forma, es imposible aprehender toda la historia del mundo, así incluso te vayas a dedicar tu vida plenamente a ello. Por otra parte, las versiones de los hechos suelen ser contadas por quienes posean el poder de los medios que los narran, sin importar lo que haya pasado.

Por lo anterior, adicional a mi gusto por las películas sobre conflictos armados, es gratificante poder apreciar las distintas visiones de un mismo conflicto; tal vez el más popular y atractivo para el cine ha sido la Segunda Guerra Mundial, donde se pueden conocer las perspectivas de otros de sus actores (Ej. Letters From Iwo Jima - 2006 -), historias reales poco o nunca contadas (Ej. Valkyrie - 2008 -) o ficciones, ya sean cercanas a la realidad, o tan descabelladas como entretenidas (Ej. Inglorious Basterds - 2009 -). El punto es que, curiosamente, la Primera Guerra Mundial no ha gozado de las misma popularidad para este medio, y aún menos los sucesos que conllevaron a este suceso.

La historia de Das Weisse Band se desarrolla en la aldea protestante de Eichwald, Alemania, durante los años previos al estallido de la Primera Guerra Mundial, lugar en el que empiezan a acontecer ciertos incidentes en contra de algunos de sus habitantes. El narrador de la historia, profesor de la escuela, cuenta los hechos en retrospectiva, según su conocimiento y sus sospechas de lo ocurrido; éstas involucran a varios de sus alumnos, quienes han sido educados en sus hogares bajo un sentido de la moral religiosa severo. Al final, a pesar de estar convencido de sus suposiciones, cae en la cuenta de que, más allá de tener o no razón, los habitantes no les interesa conocer la verdad; quizás por su crudeza, o quizás porque de alguna manera dan aval a estas acciones como un castigo merecido a quienes lo han recibido. Bajo esta descorazonadora realidad transcurren las dos horas y cuarto de duración, acentuada por un silencio y una monocromía permanente, que hacen que una aldea Amish parezca un centro recreativo.

En resumen, la historia puede ser interesante, pero no entretenida. A pesar de que en la cinta se busca dar ejemplo del sentimiento ultra nacionalista y reaccionario que, junto al asesinato del Archiduque Franz Ferdinand, detonaron la declaración de guerra de los Imperios Germánico y Astro-húngaro, queda la sensación de que la narración le debe enormemente al espectador; sobre todo por lo inexplicable de ciertas tomas eternas a un encuadre fijo; es un tiempo que sin duda pudo haber sido mejor aprovechado.

A Haneke hay que darle el mérito de tocar un tema tan delicado como éste, ya que es una crítica directa al fundamento de las estructuras sociales de su país para ese entonces. Aún así, la película adolece de ser lenta, estática, así sea ésta su intención. Es excluyente, porque no invita a conocer a quien no tiene idea, sino que comparte poco con los pocos que están en verdad involucrados con su contexto. Si alguno de ustedes ya la ha visto y quiere compartirnos su opinión, sea afín o contraria, están cordialmente invitados a hacerlo.

Continuar leyendo!

lunes, 17 de enero de 2011

Somewhere (2010)

Acompañado por mi novia y unos buenos amigos, con las mejores intenciones de pasar un domingo de enero con buena comida y buen cine, nos dispusimos a disfrutar de la reciente película de Sofia Coppola, Somewhere (2010), ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia. Es una pena decir que nuestra expectativa empezó a desinflarse desde la primera escena, la cual es una de tantas que se ven a lo largo del filme y que, aunque se entiende su significado, no le aportan interés a la historia presentada. En resumen, se puede adelantar que ésta es una versión ligera de Lost In Translation (2003), la cual ya de por sí es ligera, de manera que estamos ante algo que raya en el colmo de la ligereza. Si esto les basta, pueden leer hasta aquí. Si les interesa conocer un poco más de lo bueno y lo malo que tiene Somewhere, prosigamos.

Johnny Marco, el prota, es un actor de cine famoso en un gran momento de su carrera profesional, y de quien se entiende que se ha dado de frente y con todas sus fuerzas contra la marea de la fama: es un hombre de unos 40 años, con la fatigada apariencia de uno de 60, y quien aun se comporta como si tuviera unos desordenados 25. A pesar del éxito, es claro que es alguien quien no tiene algo más de lo que se pueda aferrar en su vida, y por lo cual la conduce, como su Ferrari durante los primeros tres minutos introductorios al filme, en un constante circuito sin salida. Esta levedad es bien puesta en escena, tanto que aburre a partir del momento en que se entiende lo que pretende decir, y por lo cual pierde aire y volumen, haciéndose plana y sosa el resto de la hora y cuarenta minutos que dura la película.

Durante esta constante gabela que le paga Johnny a su monotonía, aparece Cleo, su hija, quien queda a su cuidado mientras su madre regresa de un viaje que aún no tiene fecha de retorno. Es en ese instante cuando Johnny empieza a intentar escapar del acoso de las pasiones que rodean a su trabajo para poder compartir momentos con Cleo quien, aunque sin duda quiere a su padre, no logra acercársele lo suficiente, quizás para evitar hacerse daño con su comportamiento dañino. Finalmente, cuando deben separarse de nuevo, todo lo que rodea su entorno se desvaloriza, pierde color, hasta que finalmente un día decide escapar de todo ello, entendiéndose que deja atrás incluso el medio mediante el cual todo lo consiguió fácil y rápido: el abandono del Ferrari; el fin de su carrera. Fin.

Como aspecto a resaltar, está sin duda la dirección artística del filme, la cual es buena y se hace entender, pero no atrapa, es predecible y no consigue ser emotiva, lo cual decepciona. Incluso, careciendo de una permanente música incidental, el momento de la entrada de la canción del filme pasa por encima y se olvida. Otro punto que no favorece es la repetición de ideas, ya que una de las escenas que pretende ser memorable, cuando admite a su hija su descuido como padre, acallado por el ruido del helicóptero, es algo que simplemente ya se ha visto.

En resumen, no puede recomendarse este filme para quien quiera ver algo diferente. Si llega a sus manos, véala, pero no espere nada nuevo. Es mucha la afinidad que el filme demanda para lograr obtener tan poco. Si al final se atreve a hacerlo, tenga a la mano una buena comedia para levantar el ánimo después. Le Dîner De Cons (1998) siempre será una buena alternativa.

Continuar leyendo!

miércoles, 5 de enero de 2011

Black Swan (2010)

Lo intenté, pero fue imposible seguir esperando.

En cuanto se anunció que esta película vería la luz en los festivales de Toronto y Venecia hace unos meses, estuve pendiente de su anuncio en la cartelera nacional, comprendiendo entonces que esto sólo ocurriría hasta que fuese distribuida dentro de Estados Unidos, lo cual tuvo lugar hace apenas un mes. Fue ahí cuando, al darme cuenta de que la distribuía Fox Searchlight, llegué a la conclusión de que no la veríamos en nuestras salas mientras no hubiesen pasado los premios Oscar y se hubiese ganado alguno lo cual, después de lo visto, es casi una certeza, con cuatro nominaciones a los Globos de Oro ya encima.

Catalogada por la crítica como un "retorcido thriller psico-sexual", Black Swan (2010) es el resultado final de un proyecto que Darren Aronofsky tenía conversado desde hace casi diez años con Natalie Portman, en el cual se muestra como Nina Sayers, una bailarina de la Compañía de Ballet de Nueva York, emprende una agotadora y competitiva carrera durante años para destacarse y convertirse en prima ballerina de una de las obras de temporada. Con motivo del retiro de Beth, quien ostentaba este rol ambicionado, el director de la compañía decide dar la oportunidad a Nina para reemplazarla, con ocasión del estreno de su nueva adaptación de El Lago De Los Cisnes. A pesar de esto, Nina debe enfrentar la amenaza que representa la llegada de Lily, una bailarina que, a pesar de su inexperiencia, posee el encanto y la seducción que Nina no ha logrado obtener con sus años de práctica y que no le han permitido cumplir su mayor anhelo: ser perfecta.

La trama de Black Swan no es compleja y es predecible desde un comienzo, sin embargo no es esto lo que le interesa a su público. Se entiende, como en Requiem For A Dream (2000), que todo esto no va a terminar bien; el placer está en que el director nos cuente a través del lenguaje visual, la forma como se llega a este término: la transformación de Nina en el Cisne Negro.

Desde que vi el tráiler hasta el final de la película, fue inevitable recordar escenas de Perfect Blue (1997), donde la realidad y la ficción son una sola y donde la culpa está derramada, intencionalmente o no, sobre cada protagonista. Todos ellos actúan de forma destacada, aunque ninguno como Natalie Portman, quien, según ella misma, creyó que moriría durante la filmación debido a la dieta exigente y el entrenamiento extenuante que le demandaba su personaje. Otros méritos para resaltar de la película son su composición musical (la escena en el club nocturno entre Nina y Lily, con los Chemical Brothers de fondo, es hermosa), su edición y sobre todo, la calidad en la interpretación de las piezas de baile.

Pueden entonces esperar a que llegue a cine, después de que la premien en los premios Oscar. Por mi parte, no pude. Y no me arrepiento.

Continuar leyendo!