lunes, 17 de enero de 2011

Somewhere (2010)

Acompañado por mi novia y unos buenos amigos, con las mejores intenciones de pasar un domingo de enero con buena comida y buen cine, nos dispusimos a disfrutar de la reciente película de Sofia Coppola, Somewhere (2010), ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia. Es una pena decir que nuestra expectativa empezó a desinflarse desde la primera escena, la cual es una de tantas que se ven a lo largo del filme y que, aunque se entiende su significado, no le aportan interés a la historia presentada. En resumen, se puede adelantar que ésta es una versión ligera de Lost In Translation (2003), la cual ya de por sí es ligera, de manera que estamos ante algo que raya en el colmo de la ligereza. Si esto les basta, pueden leer hasta aquí. Si les interesa conocer un poco más de lo bueno y lo malo que tiene Somewhere, prosigamos.

Johnny Marco, el prota, es un actor de cine famoso en un gran momento de su carrera profesional, y de quien se entiende que se ha dado de frente y con todas sus fuerzas contra la marea de la fama: es un hombre de unos 40 años, con la fatigada apariencia de uno de 60, y quien aun se comporta como si tuviera unos desordenados 25. A pesar del éxito, es claro que es alguien quien no tiene algo más de lo que se pueda aferrar en su vida, y por lo cual la conduce, como su Ferrari durante los primeros tres minutos introductorios al filme, en un constante circuito sin salida. Esta levedad es bien puesta en escena, tanto que aburre a partir del momento en que se entiende lo que pretende decir, y por lo cual pierde aire y volumen, haciéndose plana y sosa el resto de la hora y cuarenta minutos que dura la película.

Durante esta constante gabela que le paga Johnny a su monotonía, aparece Cleo, su hija, quien queda a su cuidado mientras su madre regresa de un viaje que aún no tiene fecha de retorno. Es en ese instante cuando Johnny empieza a intentar escapar del acoso de las pasiones que rodean a su trabajo para poder compartir momentos con Cleo quien, aunque sin duda quiere a su padre, no logra acercársele lo suficiente, quizás para evitar hacerse daño con su comportamiento dañino. Finalmente, cuando deben separarse de nuevo, todo lo que rodea su entorno se desvaloriza, pierde color, hasta que finalmente un día decide escapar de todo ello, entendiéndose que deja atrás incluso el medio mediante el cual todo lo consiguió fácil y rápido: el abandono del Ferrari; el fin de su carrera. Fin.

Como aspecto a resaltar, está sin duda la dirección artística del filme, la cual es buena y se hace entender, pero no atrapa, es predecible y no consigue ser emotiva, lo cual decepciona. Incluso, careciendo de una permanente música incidental, el momento de la entrada de la canción del filme pasa por encima y se olvida. Otro punto que no favorece es la repetición de ideas, ya que una de las escenas que pretende ser memorable, cuando admite a su hija su descuido como padre, acallado por el ruido del helicóptero, es algo que simplemente ya se ha visto.

En resumen, no puede recomendarse este filme para quien quiera ver algo diferente. Si llega a sus manos, véala, pero no espere nada nuevo. Es mucha la afinidad que el filme demanda para lograr obtener tan poco. Si al final se atreve a hacerlo, tenga a la mano una buena comedia para levantar el ánimo después. Le Dîner De Cons (1998) siempre será una buena alternativa.

2 comentarios:

K-chu dijo...

Después de ver Lost in Translation ni vale la pena verse esta peli...lástima que Sofia Coppola se repita y de esta manera!

Marce dijo...

Una carrera de caraxcoles resultaría más emocionante. Pelicula lenta, ya vista y con una notable ausencia de música incidental. Aunque, supo mejor gracias a un buen grupo de amigos que con sus comentarios ayudaron a pasar semejante trago amargo...