sábado, 8 de diciembre de 2007

Criticando una crítica

Es para mí algo difícil opinar sobre política y artículos de crítica a la misma, siendo politóloga, sobretodo porque desde la teoría comprendo algunas situaciones que están por encima de las teorizaciones abruptas de cafetería que la mayoría de nosotros hemos hecho.

Leí la crítica a los planes de gobierno tanto del alcalde como del gobernador electo y me pregunto, que sentido tiene ahora criticarlos?, que sentido tiene ahora manifestar una inconformidad al respecto? si podría apostar que ni siquiera nos tomamos el trabajo, en época de campaña, de ir a una reunión para manifestar nuestras dudas en público y frente a ellos.

Mejor me atrevería a plantear la posibilidad de proponer, para próximas oportunidades, un actuar frente a campañas y planes de gobierno; quiero decir que el problema para mí no radica en que el candidato me proponga algo descabellado o simplemente me recuerde la época del bachillerato, la cuestión es el por qué ese candidato es candidato, por qué está próximo a ser elegido, y es más, por qué ahora me es indiferente elegir y votar. Si sea cual sea no será nunca cien por ciento bueno ni cien por ciento malo, no propondrá jamás todo lo que necesitamos y mucho menos cumplirá todo lo que ha dicho (demonios!! es sólo un político).

En Cali, más que en otras ciudades del país, es más claro ver un fenómeno muy poco tratado, el de la representación simbólica, originado frente a la crisis de representación política, bueno ahora creo que hablo como politóloga.
La cosa es que Cali está tan viciada, que prefiere pañitos de agua tibia a giros tradicionales. Prefiere aparecidos políticos y caras frescas que personas clásicamente formadas en el medio, y una vez no es malo, pero tres seguidos?, eso es realmente lo preocupante en esta ciudad y eso es lo que nos tiene tan mal. Entonces seguiremos esperando que de la nada llegue un super hombre que nos saque del hueco en el que nos hallamos y haga un súper plan de gobierno (sabiendo que esto no es cosa de sentarnos unas cuantas horas en la tasa con un papel y un lápiz a satisfacer a la masa, y sí, por el contrario, es cosa de reunir una cantidad de factores nacionales y locales y calcular factibilidades), o por primera vez en vez de criticar a todos los políticos actuamos un poco y no esperamos más ayuda divina.

Porque no es el cielo quien debe evitar los accidentes con armas, pólvora o de tránsito, soy yo quien puedo decirle a mis amigos o vecinos que recojan la basura que arrojaron, no conduzcan ebrios y utilicen la cebra, soy yo quien puede ceder el puesto del bus para la anciana o darle espacio a la embarazada; y lo mas importante aún, puedo darle un poco de mi cultura al de afuera, si quiero a mi ciudad obligaré, quizás utópicamente hablando, a que el alcalde o gobernador la quiera y trabaje por ella y pongo para concluir como ejemplo a la ciudad de Bogotá, con todo y sus problemas e imperfecciones es ahora lo mas perfecto que conozco.
Bogotá alguna vez fue como Cali, y la gente esperaba un super héroe, pero fue solo hasta que con una propuesta, que sonó infantil al principio, la gente empezó a cambiar en su forma de ser y su pertenencia con la ciudad. Ahora los resultados de ésta son claros, la ciudad ha cambiado mucho de hace 20 años para acá, y tanto locales como extraños se sienten bien en esta metrópoli.

Cuando será que Cali vuelve a ser conocida como la ciudad cívica de Colombia?

Carolina Marín

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