martes, 18 de diciembre de 2007

Ya viene navidad: ¿Y ahora qué regalo doy?

Cuando era niño, era el segundo día más esperado del año. El primero era mi cumpleaños. El egocentrismo por delante. Bueno, es natural que un día en el que los regalos son sólo para uno y no para todos sea más atractivo para el natural egoísmo infantil. Ahora varios años después, puede llegar a ser estresante la fecha. Y es que hay varias preguntas que me asaltan siempre por estos días. ¿Por qué tengo que regalar algo el 24? ¿Por qué no lo regalo cuando me de la gana? ¿Por qué la gente no dice lo que quiere recibir y listo? ¿Por qué no compré todo en octubre como me había propuesto el año pasado? ¿Por qué tengo tanta pereza de comprar? ¿Por qué en vez de comprar no hago algo? ¿No sería más bonito? ¿Por qué no tengo ni idea qué regalar? ¿Y si no regalo nada? ¿No sería más original? ¿Será que se me queda alguien por fuera? ¿Qué pasa si dejo a fulanito o a fulanita por fuera? ¿Se sentirán mal?

En fin, todas esas cosas me abruman y me abruma más el saber la respuesta a cada uno de los interrogantes. Me abruma aún más la simpleza de la respuesta y la conclusión: Tengo que dejar de pensar y comenzar a actuar ya. Es la 1.03 pm del domingo 16 de diciembre, en la noche quiero ir a una presentación de salsa y tengo la novena en la casa de mi tía. Por si fuera poco, tengo que ir un momento a un asado, organizar algunas cosas de la reunión de mañana en el trabajo que no quise hacer el viernes porque me deprimía trabajar después de la novena de la empresa y no me he bañado. En este momento, sólo pensar en salir a las calles llenas un fin de semana antes de la fecha con las quincenas ya pagadas y el poco tiempo que hay me da una pereza bárbara. Definitivamente tiene que haber un método organizado para hacer esto de la mejor forma y en el menor tiempo posible. Esta es mi propuesta:

  1. Para dar regalos en navidad se necesita plata u oro, o ambos. Plata porque sin ella no se compran regalos. Oro porque el tiempo es oro y comprar regalos toma tiempo. Y más oro, en caso de que usted no disponga de plata y prefiera hacer algo con sus manos, o con el talento que mejor domine. En ese caso necesita mucho oro. Así que haga cuenta. ¿De cuánta plata dispone y de cuánto oro dispone? Con esto ya tiene una cifra (esto le puede sonar gracioso a los que presupuestan las ventas del próximo año donde yo trabajo) de la que no puede pasarse. Bueno, esto lo hace la gente como yo. Habrá otros más pudientes que no les interesará la cifra, por lo que harán una lista, elegirán unos regalos e irán y los comprarán a lo que cuesten. En este caso, no siga leyendo, mejor vaya compre.
  2. Haga una lista de beneficiados. No sea tímido, métalos a todos, a todos todos. Igual después comenzará a descabezar gente. Es un proceso normal y nadie lo sabrá. Igual su lista es privada.
  3. Si las cosas fuera perfectamente simétricas y simples bastaría con dividir la cifra entre cada persona y se sabría del oro o de la plata disponible para cada uno. Pero resulta que existen restricciones. La primera con la que hoy cuento y que también la puede tener usted es la del amigo secreto. Bonito juego en el que ya existe una cuota establecida fija para el regalo (ahí si nada que hacer, no se puede disponer del oro, sólo de la plata). Reste a la cifra total la plata que va a disponer para este o estos regalos y vuelva a la lista.
  4. Con una nueva cifra en la cabeza ordene su lista en orden de importancia. En mi caso sería el núcleo familiar, mi novia, mis amigos más cercanos y mis familiares fuera del núcleo. De ahí para afuera, sería un buen año si puedo incluir a más gente.
  5. Comience con los primeros de la lista y ponga en frente el regalo que cree que le satisfaría a ambos. Es decir, a la persona a la que se lo va a dar y a usted. Siempre hay regalos que causan mucha satisfacción el darlos, incluso más que la de recibirlos.
  6. Haga un estimado del valor del regalo seleccionado. Para esto usted debería conocer el mercado, y saber dónde comprar. Hay lugares donde se pueden conseguir cosas más baratas a igual calidad.
  7. Sume las cantidades de cada regalo y verifique no pasarse de la cifra. En caso de hacerlo (que siempre va a pasar, a menos que la cifra sea muy generosa), tiene dos opciones. La primera es comenzar a cambiar sistemáticamente los regalos de forma que consiga valores menores. Y la segunda es comenzar a descabezar a personas de la lista. Este paso es recursivo: Una vez tenga una nueva lista con regalos puede querer incluir a más personas y desear cambiar de nuevo los regalos. Incluso se puede dar cuenta que un regalo que tenía establecido para alguien puede ser mejor para otra persona.
  8. Cuando tenga lista la lista haga la ruta. Esto es, decidir dónde va a comprar cada cosa. Esto le ahorrará tiempo porque es preferible comprar todo en un solo sitio y así acabar con la tortura de las compras navideñas en el menor tiempo posible.
  9. Prepare contingencias. Es muy posible que no haya atinado a los valores de los regalos o a los lugares donde usted pensó que los encontraría. Guarde siempre un plan B y hasta un C para cada persona. Tenga regalos intercambiables. Los regalos genéricos (los que les gusta a todo el mundo y que son sólo importantes por el detalle de darlos sirven mucho para estos casos).
  10. Acompáñese de alguien en el momento de la compra. Siempre un buen consejo le ayudará y otras manos serán útiles para cargar los regalos y para abrirse paso entre la multitud.

Listo, creo que si sigo juiciosamente estos pasos sobreviviré a este día. Rayos, ya perdí 25 minutos de hacer una lista. Entre otras cosas me parece importante contestar a algunas de las preguntas de arriba. La primera es que no tengo que dar regalos el 24. Lo hago porque quiero hacerlo. La segunda es que sí doy regalos cuando me da la gana, pero me acuerdo que de niño esperaba (y reconozco que todavía lo hago) recibir un presente. Ahora me importa más porque no me importa para nada qué me den sino sólo recibirlo. Los regalos son expresiones de amor y afecto y si todos nos hemos puesto de acuerdo con una fecha para expresárnoslo, pues bienvenida la fecha. La tercera y última respuesta que daré. Es que la gente no me dice que quiere recibir y yo tampoco lo digo, porque le gustan las sorpresas. Quiere ser sorprendida. Y como la sorpresa es necesaria en la vida para conocer y cada vez que se conoce algo nuevo se prende una luz por dentro de la gente que la impulsa a hacer cosas nuevas y a vivir, pues bienvenida también la sorpresa. ¡Vamos a sorprender!

1 comentario:

Mauro Z dijo...

Es triste saber que lo normal es que cuando cuentas con más plata, es cuando menos oro tienes para dedicarle a las personas que aprecias, y al final terminas dando regalos costosísimos (y algunas veces carísimos) pero que no tienen nada de ti, y que puede que ni hayas tenido tiempo de escogerlos tu mismo.

En fin, un excelente análisis para los que les gusta regalar cosas... este año me tocó regalarme cosas a mi mismo, espero mis allegados entiendan por que no les toco nada esta vez :P