Mal cine en el bus

Siguiendo sus consejos, este fin de semana no pague para ver cine. En cambio, he hecho un viaje a Bogotá (Colombia) en bus, sólo 14 horas ha tomado éste*, y pues en esta travesía tan autenticamente divertida, se dispuso a poner, el ayudante del conductor, dos películas que cuadran perfectamente en esta columna.

Lamentablemente hablaré extensamente sólo de la primera, pues en la segunda, me he quedado dormido, pero eso lo cuento después.

La primera de la que he “disfrutado” es Rocky Balboa (llamada sólo Balboa en algunos sitios, o Rocky VI), y aunque ya me la había visto anteriormente, sabía que no tendría tiempo en este viaje para ir a una sala a hacer la tarea, la providencia me bendijo entonces con el mal gusto del ayudante (claro, no es ninguna novedad, en mis años de viajar en bus, no he visto una sola película buena).

Primero, debo dejar claro una cosa. La primera vez que me vi Balboa, la verdad, la disfruté. Debe ser la actitud de masoquista que tengo con las películas, o tal vez sea sólo que esperaba ver a Stallone viejo, cansado, abrumado por su anterior fama, tratando de volver a uno de sus grandes éxitos. No se, como si algun grupillo de rock en español se reuniera después de muchos años a hacer un concierto después de haber dado la despedida oficial. Humm... no, un momento, eso sí funcionó. Mejor como las despedidas de los circos pobres. Mejor dicho, me podía el morbo de ver a Stallone como boxeador entrado en años justificandose con la idea de una historia romántica (no me refiero al amor, si no al romanticismo de la nostalgia) acerca de sus días pasados como gloria, y fallando terriblemente en recobrar su anterior taquilla y sus fans.

Pero eso fue sólo al principio, al final de esa vez, debo aceptarlo, me gustó mucho como se desarrolló la historia, como me llevaron hasta la gran pelea, y como se retira Stallone de la Arena (o estadio, o como se llame) sabiendo que según la calificación de los jueces había perdido, pero ante sus fanáticos había vuelto a ser el campeón.

Esta vez, de repetición, me dí cuenta que el ritmo de esta película es realmente lento, más lento aún que una típica película francesa de los 60´s (sí, tambien las he visto), que la historia amorosa, totalmente prescindible, es vacía y sin emotividad, que los detalles de la vida adulta de Rocky, como sus amigos borrachos, mendigos y locos, que me tocaron sentimentalmente la primera vez, se veían chistosos en esta, y no me refiero a la jocosidad, si no a lo patético.

La pelea final, me volvió a gustar, no lo niego, pero no merece esperar todo el resto de basura por esos últimos 10 minutos.

Mi conclusión, véansela si están en su casa, una tarde de domingo (mejor si no tienen que pagar por ella), pero no lo hagan en la incomodidad de una silla de bus, o en una sala de espera, o en una cama de hospital. O mejor aún, si ya la vieron, no lo vuelvan a hacer.

De la segunda película es poco lo que puedo decir, sólo que empezaron a pasarla a eso de las 06:30 de la mañana, Silent Hill se llama. Lo malo es que el género de terror y suspenso, ya ni me aterroriza ni me suspende (?). Lejos está la época en que finalmente pude ver cine de terror solo y no pude dormir, aquella vez fue El Exorcista. Ahora, casi ninguna de ese género me llama la atención. Además, al curioso ayudante, se le ocurrio poner esta película sin subtítulos, y aunque yo hablo y leo inglés sin problemas, el volumen estaba bajito y el sonido de un bus deja mucho que desear. Igual, todos en el bus empezaron a hablar y menos dejaban oír. Ahí se fueron a la alcantarilla las ganas de escribir de ésta. Sin más, termino esta segunda, dando sólo la explicación del porque no voy a comentarla.