martes, 29 de enero de 2008

Vamos todos a la caminata del 4

Comience por agotar todas las energías que pueda tener en reserva en su cuerpo. Para facilitar esto trate de esperar hasta bien entrada la noche en un día en que su trabajo lo haya exprimido y además haya comenzado a hacerlo muy temprano. Si durmió poco será perfecto. Para acelerar el proceso de agotarlas reservas trate de leer textos largos en un computador, un libro impreso en una fuente muy pequeña o vea en la televisión una película en otro idioma con subtítulos. Procure que su espera conlleve actividades de corte trivial. Cuando sus ojos comiences a llorar y su mente a disvariar, tome su fuente inspiradora y comience a recorrer el camino de su imaginación que entre oníricos rumbos lo guiará hacia El Cuatro. Hay muchas formas de llegar a él. Yo escogí una (no podía haber escogido otra por mi conexión latente con el medio) que para el efecto de la búsqueda se hace muy placentera. El cuatro es un lugar, un fin último del camino de Morfeo. Es el punto en que logras cerrar no los ojos sino la mente y el vacío profundo antes del sueño inunda toda función biológica.

Para llegar a El Cuatro se debe caminar. Principalmente solo, pero acompañado. No intente viajar de otra forma, o podrá meterse en problemas. Si su medio es la Internet, usted no navegará en la red, sino que caminará por ella. Literalmente. Sus manos ingresarán en las fotos que invaden la pantalla, acariciarán un rostro, saldrán y forzará sus párpados, para volver al teclado. La música arrullará su cuerpo y mientras comienza a buscar con desespero El Cuatro es probable que sienta que sus dedos se han dormido y se comienzan a fundir con las teclas de la misma forma que sus párpados lo hacen con sus ojos. Ya ha dado dos cabezazos furiosos al inocente espacio y el El Cuatro no aparece por ningún lado. Sin embargo sus pies ya han avanzado varios kilómetros y al lado suyo observa marchar otros desesperados que también buscan El Cuatro. No se preocupe. Es la hora. Ya, sus piernas no dan más, incluso una gota de sudor rueda por sus espalda y el sol inclemente del monitor LCD irradia su cuerpo. Usted abre los ojos y sin explicación alguna lo logra.Llega a El Cuatro. No hay forma de explicárselo. Y mejor no lo intente o podrá perder la ruta de llegada y tendrá que visitar y releer estas, no convencionales, instrucciones. Es probable que entre una pestañada y otra transcurran varias horas y cuando El Cuatro aparezca la satisfacción sea tal, que las explicaciones sobren. Lo único que no sobrará será el deseo de compartir ese hermoso lugar con los demás. Hágalo. Con absoluta confianza. Invite. Ponga un punto final con su última función motriz y disfrútelo (tal vez necesite otro momento para hacerlo, dependiendo de El Cuatro a donde haya llegado): "El Cuatro".

No hay comentarios: