martes, 5 de febrero de 2008

¿Cómo adquirir un buen libro?


Para quienes disfrutamos del particularmente cultivado hábito de la lectura, adquirir un libro en especial, en nuestra ciudad puede llegar a ser una aventura con resultados reconfortantes, novedosos e incluso balsámicos. En mi caso, comprarme un libro de mi talla en momentos de crisis, puede asemejarse al efecto endocrino que un par de zapatos nuevos o un bolso producen en ciertas mujeres. En contraste, para algunos inapetentes literarios, inocentes o no de su condición, puede desencadenar sentimientos diametralmente contrarios. Es por ello que los pasos presentados a continuación, intentarán trazar una ruta de dos carriles de varias cuadras, mas un solo sentido, para cada categoría en mención; el camino de regreso, será revelado de acuerdo con el desenlace de la búsqueda. Como quien dice, este prefacio no es más que el epílogo de la experiencia de quien hoy les publica, en homenaje a nuestro auténtico y marciano instructor de turno.

El sujeto de la búsqueda: Es claro que, para quien quiera que vaya a ser finalmente el beneficiario del libro en cuestión, o de su información extraída, estamos desempeñando el rol primario de benefactores, interactuando con quien corresponda para conseguirlo, desde un obstinado vendedor, hasta la más encarnizada polilla. Sea consciente de las recompensas o castigos que, directa o indirectamente, obtendrá según el éxito de su misión.

El objeto de la búsqueda: Que, en este caso, no es el libro. Me refiero entonces al motivo, razón o circunstancia por la cual está exponiendo sus fosas nasales y sus castos ojos a un universo de polvo, ácaros o químicos para papel. Estos pueden ser académicos, lúdicos, sociales, románticos, comerciales, legales o incluso, solidarios, porque dudo que alguno no haya tenido un familiar, amigo o profesor que haya publicado un escrito, sea por motivos económicos o expiatorios, y no le hayamos ayudado con su causa, sea cual fuere. Trate de pensar como lector real, para que con sus herramientas de lector virtual a la mano, intente acertar el dardo lo más cercano posible, por lo menos, a la pata de la mesa que evitará hacer cojear.

El sitio de la búsqueda: Al hablar de adquirir, hago el sesgo que descarta la posibilidad de alquilarlo en una biblioteca o de pedírselo prestado a un allegado suyo. Ese juicio que dice que primero la novia prestada, antes que los libros o los cidís, tiene algo de validez. Estamos tras un preciado artículo que, sin importar las manos de donde provenga ni las manos hacia donde se dirija, siempre está expectante de encontrar un hogar cada vez mejor.

Partiendo de esta premisa, se definen tres factores subsiguientes que no deberá ignorar:

Naturaleza o tema. Si su interés es menor y solo busca un título para salir del paso a algún compromiso, puede escoger cualquiera que esté plasmado en los documentos recientes de la carpeta temporal de su memoria. Un libro de autoayuda o liderazgo organizacional, una biografía no autorizada del político o artista de moda, uno recientemente adaptado cinematográficamente o como con los medicamentos, el que su biblio-ceuta le recomiende, sin receta, dosis o contraindicaciones.

Poder adquisitivo. Aunque no lo crea, los libros en hoja y lomo están de moda y, bendito sea, siempre lo estarán. Es por ello que encontrará una variada gama de precios que estará ligada, no siempre de manera proporcional, a su condición física, a su editorial, a su género y a tantas otras excentricidades más que coleccionistas y expertos acechan tras los estantes. Como recomendación, no olvide consultar los saldos antes, porque suele cometerse la imprudencia de preguntar primero al vendedor, quien lo llevará directamente a la edición limitada de lujo, de pasta dura, hojas afiladas con rebordes dorados y separador con borla de terciopelo, comentado por el escritor, el editor y hasta con CD-ROM interactivo o, en su defecto, un disquete de doble densidad.

Además, lleve una pequeña reserva personal como contingencia, no sea que encuentre el libro de sus sueños (o el que le da más sueño) y lo coja sin llantas justo ese día. Eso si, controle su presupuesto, no sea impulsivo, sepa medir sus gastos. Ahora, si se le enreda en el camino, llévele la Cosmopolitan a su mamá, uno de Disney para colorear a su sobrinita, o un Mata Ocio a su abuelito. Nunca caen mal, y usted quedará muy bien.

Tiempo de búsqueda. No es mucho lo que hay que explicar, y además éste está cercanamente ligado con el anterior. Si no tiene tiempo, haga una rápida exploración y lance sus dados. Si lo tiene, inviértalo: bellos, imponentes y envidiables son los tesoros escritos que pueden rescatarse de las arcas de un viejo recinto, con sólo $3.000 de bus y ciertas horas encausadas en dicho propósito.

El objeto buscado: Que, en este caso, si le acertó. Verifique el estado en que se encuentra; no suponga que si está envuelto en un plástico termo-encogido, es garantía de perfección. No es para que lo revise página por página pero por favor, que contenga la última. Ya tendrá tiempo de envolverlo mejor, si es que lo va a regalar. Si le da vergüenza, pues quítele el precio; si está en mal estado y tiene facultades de restaurador, pues empástelo decentemente, pero trate de no quitarle dedicatorias anteriores. Son como los tatuajes sobre el tronco de un árbol: incorrectos, pero indelebles, prueba de un impulsivo sentimiento que generó tan reprobable acto.

El objeto encontrado: Decida el sitio donde celebrar su conquista. Los cafés son una buena opción, y suelen estar cerca. Huélalo. Tóquelo. Una y otra vez, sin magullarlo. Hágale sentir que lo va a hacer vivir o revivir y que, de formas casi eróticas, pasara sus ojos sobre sus páginas, frase por frase, hasta desnudar esa historia por la cual nació y merece toda su atención, el mejor o el peor de sus humores, pero siempre una ocasional evocación, expresada en un comentario preciso.

Finalmente, como obsequio, un buen papel regalo a utilizar, puede ser una prenda de vestir que distraiga al incauto de la sorpresa que le tiene preparada. Después lo haga sentir de maravilla, dándole calor y techo a su cuerpo y a su mente al mismo tiempo.

Siempre hay motivo y tiempo para un buen libro. Son como semáforos de los pensamientos humanos, invitándonos siempre a detenernos a reflexionar o a acelerar nuestro corazón frente a coloridos ideales y convicciones. Con estos cuidadosos pasos, ante un mar de conocimiento aún desconocido, no me queda más que augurarles un buen texto y un buen leer.

2 comentarios:

kxi dijo...

Qué orgullo. Qué buen tributo le has hecho a este humilde y torpe instructor. Hace sentir un poco de nostalgia el despedirte (momentáneamente) de este espacio. Y claro, también me hiciste dar unas ganas casi irresistibles de comprarme un libro, así tenga como 35 haciéndome fila en la casa, con la paciencia eterna que sólo los libros saben tener.

Gracias

Mauro Z dijo...

Eso de la paciencia es importante, en tu caso, en el de Sama, y en el mio. Tal vez el de sama sea el caso más grave porque su velocidad de compra es como tres o cuatro veces más grande que su velocidad de lectura.

Estoy de acuerdo que una dedicatoria es como un tatuaje testimonio de su pasado, pero hay que apreciarlos con ello. Lo que no considero es que sea incorrecto "tatuar" un libro, es un acto de amor cuando se hace una dedicatoria, lo que considero incorrecto es que alguien haya vendido un libro que alguna vez le dedicaron, buscando una retribución económica de algo que no le costó dinero, pero fue con sincero cariño.