sábado, 6 de septiembre de 2008

Descomposición social


"En mi época, la gente hacía fila para subirse al bus". "Las mujeres iban primero y las embarazadas no hacían fila". "La gente se paraba de su asiento para cederle el puesto a un anciano o a una mujer que lo necesitar, o a un niño". "Cuando los juegos panamericanos, Cali era conocida como la ciudad cívica".

Bueno, pudo ser. Pero hoy no es. Para mí son y han sido siempre, historias de abuelos; historias de papás. Yo no lo viví. Yo no lo vi. Pero ¿qué vi?

Bombas; traquetos; mujeres operadas exhibiéndose; pandillas ("parches") de jóvenes haciendo daños y matándose entre barrios; lavaperros; corrupción; unos valores diferentes a los inculcados en mi casa y colegio; facilismo; dinero mal habido; enriquecimiento ilícito; personas trabajando duro y viviendo mal; desplazados; mendigos; ladrones; pobreza; violencia.

Si, claro, también vi amistad; rumba; hospitalidad; deporte; buenos sentimientos; empuje; comercio; empresa; gente buena; gente ingenua; competitividad; superación; crecimiento; en algunos casos prosperidad; deseos; construcción.

Pero lo que me pasaba es que mayoritariamente veía más lo primero que lo segundo. Además porque me parecía que lo segundo tenía que ser, y lo otro estorbaba, entonces era más notorio. Es decir, no tenía que felicitar a nadie por ser buena gente. Yo de entrada, esperaba que lo fuera. Yo de entrada lo era.

Hoy con todas estas historias, que para mí son leyendas, yo podría contar las que realmente vivo:

El pasado 1 de septiembre, bueno 2 de septiembre porque fue a las 12 de la noche, los vidrios de mi casa temblaron cuando estaba viendo una serie de televisión. Le abrí los ojos a mi hermano y entre afirmación y duda dije: "Una bomba". Él asintió. Listo, seguimos viendo. Teniendo familiares en la ciudad, que podrían haber muerto, la insensibilidad fue total. Un sólo pensamiento de "qué pesar, hemos vuelto a los noventas" cruzó por mi mente, y sigamos para adelante. No sonaba como un transformador (que a cada rato sacan la mano) ni como una tormenta (ni llovía). Era una bomba. El palacio de justicia. La insignia regional de la justicia (o de la injusticia, como se quiera ver) había sido atacado por un carro bomba. Murieron cinco personas, pero una de ellas fue dada de baja en un tiroteo. Y ya. No pasa nada. Salvo que los oportunistas aprovechan para saquear los locales de los comerciantes que le compraron la idea al alcalde de turno de dejar su ambulatoriedad y organizarse en frente de palacio. Cinco muertos, y veintiseis heridos y la gente saqueando los locales.

Claro, que la gente no tiene que comer, que tiene que aprovechar, que qué pesar. No, no, no, no. Las cosas no son así. La sociedad no está compuesta moralmente hablando. Está descompuesta. Y hace rato que se viene pudriendo. A mí cada día me huele peor. Me duele y me da tristeza.

Ese día, a pocos tres segundos de darse a conocer, el gobierno sale y atribuye el hecho a las FARC* sin prueba alguna ("hay indicios" dice el ministro de defensa), y la gente alimenta más el odio mutuo que se tiene entre compatriotas. Tres o cuatro días después una senadora mediática, que hace contraste con el presidente mediático que tenemos (y yo con mis problemas con la media) , sale ante los medios y dice, entre varias otras cosas, que el gobierno acusa por todo lo que pasa en el país, a las FARC*, y que invita a los estudiantes a la subversión; dándole más odio al pueblo.

Y en medio de todo, yo me pregunto: ¿Quién construye? ¿Quién construye leyendas, como las que me contaban mis papás y profesores? Miro los rostros de quienes me escuchan, enriquecidos con plata mal habida y diciéndome, "relajate ve", y lloro internamente. Claro, me acordé cuando mi primo se fue en el carro a nadar al río Cali y la gente que dormía por ahí en vez de ayudarlo a salir a él y sus amigos, corrían con el botín que habían rescatado del carro. Uno moribundo y peleando porque no lo roben. ¿Duro no?

*FARC: Fuerzas Armadas Revolucionaras de Colombia, es decir, la guerrilla, que desde que tengo memoria es la culpable de todo. Eso dicen los medios. Malos si son, pero no son los únicos malos que nos azotan.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes razón con dudar de todo.. la historia, lastimosamente, nos ha enseñado que nada de lo que se dice obedece a una realidad. Cúal realidad, la de ellos? la nuestra? la de los otros?. Tampoco creo que se le debe atribuir todo a la guerrilla... hay otro tipo de vendetas que a la gente le interesa ocultar... creo también que esta puede ser la segunda de muchas, más, en serie.... la historia se repite, lastimosamente.!!!!

kayomi dijo...

No tengo problema en estar de acuerdo contigo, J... muchas de las ideas que expones han sido ciertas para mi, apenas tengo 23 años y todo lo que he escuchado del civismo de antaño son historias contadas por mi abuela. Y de eso, recuerdos es todo lo que queda.

Cuando los vidrios de mi casa retumbaron el domingo a media noche, me encontraba hablando en el msn y viendo vainas varias en la web. Mi esposo, que estaba a pocos metros de distancia solo atinó a decir que había sido un trueno, y yo en pos de traer mi calma de vuelta le creí. No pasaron ni dos minutos antes de que me diera cuenta de la verdad... la hora que siguió fue horrible, no había nada en la internet ni en la televisión, y lo poco que se sabía en la radio era confuso. Me di cuenta de la magnitud de los hechos por que fuí informada por msn.

Lo único que pude atinar a hacer fue revisar que mi hijo estuviera bien. La calma se me fué, y me puse a recordar los 90's, cuando los carros bomba eran cosa común. "Que el terrorismo nos coja confesados" pensé.

La verdad no me importa quién lo puso, ni por que. Para mi, ninguna ideología debería implicar destrucción o muerte. Me vale huevo si fueron las Farc, la delincuencia común o los capos encarcelados. Lo curioso es cómo eso nos afecta: se nos lleva la paz, a algunos la vida o parte de su integridad, a muchos se les llevó el sustento... es pérdida para todos, en mayor o menor medida.

Hay mucho solipsista por ahí, jodiendo las realidades ajenas. A veces desearía encontrarme en esos niveles de inconciencia a ver si dejan de importarme los demás...

c1n1c4 dijo...

Tengo recuerdos muy borrosos de las colas para subirse al bus y de una ciudad libre de basuras, de poder caminar por la calle sin sospechar de todo el mundo, sin mirar hacia atrás cada tanto, caminar sin temores. Si, definitivamente Cali era..... pues también fuí testigo de como el narcotrafico se fue tomando cada sector de nuestra sociedad. En mi colegio vi las primeras pre-pago (claro en ese momento ni se llamaban asi, ni eran tan "mal vistas", incluso recuerdo como las monjitas del plantel las preferian por sus "donaciones generosas")y las bombas..... es triste cuando escuchas un ruido lejano a media noche y sabes de que se trata, porque ya lo haz escuchado antes.
Si, son recuerdos cada vez más borrosos, esos que me hacen desconocer cada día la ciudad en la que crecí y me hace repetir a diario : Esta ya no es la Cali en la que nací

Anónimo dijo...

Curiosamente yo estoy conociendo otra cara en la ciudad pero francamente en ella no reconozco los avances en lo cívico, si no cada vez más las falencias (especialmente en mi)
Realizo mi práctica profesional en un colegio al oriente de la ciudad, este plantel, a pesar de su locación, tiene la planta física, el equipo y el personal de un colegio estrato 6 y está orientado a niños de estrato 0 y 1, aun así se cobra una matricula simbólica para darle a entender al niño y los padres de familia que la educación a pesar de ser un derecho tiene un costo.
Este colegio es subsidiado por una fundación europea que además del colegio realiza trabajos con la comunidad del jarillon y ha sido uno de los motores para que el barrio sea un lugar más, seguro cambiando en gran medida la percepción, que de él tienen sus habitantes.
El trabajo a nivel académico y social es formidable, pero como practicante solo se me reconoce lo académico y si bien el barrio del colegio en este momento es un lugar seguro los lugares por los cuales debo pasar para llegar a él no lo son, debo afirmar, con un poco de vergüenza, que no siento un verdadero gusto trabajando en el lugar y sé que es porque técnicamente doy más de lo que me devuelve y siento que mi esfuerzo se desperdicia, mejor dicho siento que no debería trabajar por esa comunidad. Si como yo piensan varios es seguro que tardaremos o mejor los que de verdad crean que se pude lograr, tardaran mucho en construir de nuevo una Cali cívica

La_Realidad dijo...

La historia se construye, hace parte del presente, de la cotidianidad. Por eso es tan importante de que tomemos conciencia frente a lo que hacemos todos los días, en nombre de la historia. Como aquella celebre frase, si supieramos el peso social que contienen nuestros actos, seguramente muchos de estos no los cometeriamos; nuestra realidad debe reivindicar esa misma premisa. Nos quedamos satisfechos con llamarnos ciudadanos, pero de ciudadanía, qué poco sabemos. El civismo significa ir más allá de no botar la basura en la calle o pasar el puente en vez de cruzar debajo de él. Civismo es la máxima sobre el deber de la ciudadanía. La ciudad es el resultado de todas las acciones de nosotros, inermes ciudadanos, bajo vuelvo a decirlo; nuestro mero papel de ciudadanos. Hay que despertar de una vez por todas. La historia así como se construye se transforma. La decisión está en nosotros. Saludos desde La_Realidad