sábado, 13 de septiembre de 2008

Tenemos muchos jueces y no tenemos justicia


No se si les ha pasado que mientras hablan su interlocutor comienza a cambiar las facciones de su rostro, a apretar los labios y a zapatear el piso; tal vez un "umm" se puede escapar con dificultad de sus labios apretados. Te está juzgando.


También, no se si les ha pasado, que se sientan a hablar con alguien y reciben un "no te parece que esa persona no hace nada en el trabajo?". Están juzgando a alguien, y cuando tú asientes, lo haces en conjunto.


Incluso, cuando alguien se queja de algo y tú solidariamente llegas con un consejo a "ayudarlo", lo juzgas.


Como ven, hay muchos jueces. Nos dicen algo y lo juzgamos moralmente. Decimos algo y nos juzgan moralmente. Y lo curioso es que tanto como nos encanta juzgar, no nos gusta que nos juzguen. Nos fascina andar por ahí por la vida, haciendo cosas que nosotros mismos juzgamos moralmente incorrectas en otros, pero odiamos ser juzgados por ello. Nos encantan los amigos que con complicidad aceptan todo lo que hacemos y nos animan a seguirlo haciendo, pero que no les importa que nosotros mismos lo juzguemos como inadecuado.


Y en esa dinámica de juzgar y evadir culpas nos la pasamos por la vida, saltando de un lado a otro. Pero de justicia poco. Nos encanta la ley del embudo, tenemos problemas para ofrecerle a la sociedad mejores posibilidades por estar pensando en las propias, y a la larga lo que pasa es que nos mantenemos atropellando a los demás. Con consecuencias. Una de ellas, es que le enseñamos a los demás a juzgar. Hace poco me di cuenta, que después de varios meses de estar escuchando quejas laborales, yo también comenzaba a quejarme. Comenzaba a emitir juicios de valor sobre los otros y a canalizar mi energía negativamente hacia otros seres. Los juzgaba, y lo que es peor, condenaba sin darles oportunidad a defenderse. Nunca emití mis quejas directamente sobre quienes me afectaban buscando una conciliación, sino que juzgaba, condenaba y tomaba acciones en contra, aparentemente justas para mí. Había aprendido y ahora me dedicaba a enseñar. En la mesa del almuerzo comenzaba a criticar con rabia y a garantizar que mis juicios de valor fueran compartidos por quienes me rodearan. Estaba enseñando a los otros a juzgar.


Y no es que los otros no supieran hacerlo ya. De hecho, todos lo hacemos. Mi invitación no es a eliminar los juicios de valor de nuestras vidas. No les estoy diciendo que creemos un planeta neutral en el que no se definan acciones. En el que no se emitan juicios de valor. En el que la gente no opine, critique y comunique lo que piensa. Si fuera así, sería hipócrita, y bastante paradójico, de hecho, hacerlo a través de una columna llamada Sábados para Criticar y Divagar.


Mi invitación es a disminuir la cantidad de jueces omnipotentes que tenemos y a construir más justicia. Creo que esto se logra si tenemos más elementos de juicio. Si tardamos más en tomar las decisiones, pero las tomamos. Si evaluamos más. No hasta el extremo, haciendo lenta y poco eficientes nuestras vidas; tan sólo hasta el punto justo. No se cuál es, creo que como todo, es cuestión de tiempo para encontrarlo. ¿Qué tal si mañana no se levantan mirando lo que tiene puesto su vecino? o ¿cuánto se gana su compañero de trabajo que parece que hiciera menos que usted? sino que intenta entender objetivamente por qué sucede eso. Si las razones son justas, correctas, aceptadas o no. Y si después deberían cambiarse. No para que usted tenga puesto lo mismo, ni gane más, sino para que todos tengamos las mimas condiciones para ponernos lo mismo y ganar más. Para que hagamos respetar el derecho a la igualdad (sobre éste escribiré más adelante). La invitación es para que pensemos dos o tres veces antes de juzgar. No para que dejemos de hacerlo. Para que las bíblicas y sabias palabras "que tire la primera piedra quien esté libre de pecado" nos hagan tirar menos piedras. Pero que las piedras sigan siendo lanzadas, cuando sea necesario, y cuando se haya pensado muy bien. Recordemos que a nadie le gusta ser juzgado, así que hagámoslo bien; en busca que un poquito de justicia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Eso lastimosamente hace parte de algo que dijo Mayolo en vida... "En el valle nadie se muere de enfermedad, lo mueren, cuando se lo comen vivo en cualquier lugar"... de ahi la teoria del canibalismo que tanto practicamos a diario. Tienes toda la razón en invitarnos a ser menos canibales y más humanos... se supone que la diferencia radica en el raciocinio, capacidad de razonar... ojalá la encontremos o de lo contrario seguiremos siendo canibales.

Anónimo dijo...

no juzgueis o sereis juzgado, bueno pero nisiquiera el acto mismo de no juzgar no te garantiza el no ser juzgado

particularmente pienso que realizar juicios de valor es necesario e incluso te permite manipular la situacion haciendolos en el momento y en el lugar adecuado; ademas estos juicios no siempre son negativos decir que una persona es trabajadora atenta u onesta tambien es juzgarla y hay que reconocer que estos juicios positivos tambien pueden resultar destructivos si se orientan mal

me parece entonces que no hay nada de malo en el acto de juzgar (asi sea mostrando las equivocaciones de los otros) lo malo es orientar esos juicios en forma destructiva (aunque toca admitir que en esta sociedad es necesario)

vicky dijo...

hola..y, si nos acostumbramos mucho a cuestionar ..mas aun cuando pedimos o nos piden un consejo en mi experiencia.reconosco que no me gusta que me juzguen me gusta que me escuchen..porque muchas veces sabemos que es lo que tenemos que hacer a pesar que en el momento de la "crisis" sabemos el camino a tomar y lo que tenemos que hacer ..malo o bueno solo nosotros lo decidimos..el que juzga que sabe a conciencia lo que paso solo se lleva de lo que se le expone tal vez con odio..con ira..con pasion... miles de sentimientos encontrados..