sábado, 31 de mayo de 2008

¿Por qué me gusta andar en bus?

Hace algún tiempo que la idea de contarles por qué me gusta andar en bus anda rondando en mi cabeza. Creo que no le había dado la importancia que ella misma me solicitaba para ser escrita. Y hoy quise hacerlo.

El servicio de transporte urbano de mi país y específicamente de mi ciudad se divide en varias modalidades. Así como en otras partes, son esencialmente las mismas y unas adicionales, aquí son el vehículo particular (carro, moto o bicicleta) y el público (taxi, bus, sistema masivo de buses articulados o mototaxi). También se puede andar a pie o en carrozas. Lo que si no tenemos es trenes. Salvo Medellín que tiene metro.

De todos estos sistemas, el más menospreciado y muchas veces odiado es el sistema de buses. Dejando por fuera de ellos a los buses articulados con líneas dedicadas. En Bogotá Transmilenio, en Cali, el interminable MIO, en Barranquilla, el Transmetro, en Pereira, el Megabus, y así en las otras ciudades donde hay y no se me el nombre. Lo dejo por fuera, porque éste es un modelo diferente copiado de otras ciudades donde ha funcionado y se espera que acá lo haga. Eso sí, cuando tenga la cobertura suficiente y desplace de una vez por todas a los demás buses. Mientras no lo haga, hablaré de ellos.

El sistema de buses es menospreciado y odiado, porque no es cómodo. Porque es salvaje y porque es para los pobres. Los pobres no lo quieren porque les toca usarlo, y los ricos no lo quieren porque tienen sus otros sistemas “superiores” y el hecho de no estar obligados a usarlo es una forma más (de las muchas que tienen) de excluir.

A mí, por otra parte me gusta andar en bus. Desprecio muchos de los problemas que tiene el sistema. Entre ellos están lo viejos que están los buses en mi país; cómo contaminan; lo agresivos que son, al poner en peligro a muchos de sus pasajeros por ingresar en la guerra del centavo (imagínense lo vieja o lo copiada que es esta guerra para llamarse así en una economía donde ya no circulan los centavos por la devaluación de su moneda); lo inseguros que son (roba mucho); el que no existan paraderos respetados sino que paren en cualquier parte; el que igual no sean suficientes y no los llenen sino que los atiborren de gente, cual lata de sardinas (las cuales odio); que en Bogotá sean el punto de contagio de pulgas. En fin son muchos. Y aún así me gusta andar en bus. Pero, ¿por qué?

Bueno, yo no digo que andar en bus sea bueno. Lo que digo es que A MÍ, me gusta. Ando en bus desde los trece años. Le agradezco a mi padre, que en su primer experimento (soy el hijo mayor de tres hermanos hombres) le haya ganado la discusión a mi madre, a quien los nervios de saber que me iba a montar en uno de esos aparatos solo la ponían loca. Igual ando en bus desde mucho tiempo antes. Recuerdo que cuando tenía tan sólo cuatro años mi mamá me llevaba en colectivo al jardín (unos carros viejos y grandes para cinco o seis pasajeros que tenían una ruta fija), pero cuando no había colectivo también íbamos en bus. Sin embargo, desde los trece años ando solo en bus. Luego podré darles unas breves y sinceras instrucciones que aún sigo para que no me pase nada malo en este transporte que tanto disfruto.

Ahora, trece años después de andar en bus, sigo disfrutándolo. Al comienzo lo hacía por la sensación de aventura y responsabilidad. Como que estas dos palabras juntas no suelen cuadrar, pero en este caso sí. Me aventuraba a la vida urbana y al mismo tiempo me sentía grande por ser capaz de movilizarme yo solo, con total independencia en un transporte público y colectivo. Años más tarde, el transporte me gustaba porque era propicio para descansar de las largas horas sin sueño que la universidad me propinaba y ahora porque es una forma eficiente para llegar al trabajo y salir de él. Aún así, este es sólo el resumen. Preferiría listar los porqués de mi aparente exótico gusto.

Me gusta andar en bus porque…

· No me toca andar en bus, lo hago porque se me antoja.

· Aunque sean viejos y echen todo el humo posible, por la ausencia de mantenimiento, nunca contaminarán más que si cada uno de sus pasajeros se movilizara en carro particular.

· Aunque generen trancones por su gran tamaño y porque paren donde y cuando se les plazca, nunca generarán más trancones que si todos sus pasajeros se movilizaran en carro particular.

· Por una módica suma alguien manejará por mí. Odio manejar.

· No sufro cada vez que mi carro se mete en uno de los muchos huecos que mi ciudad con acné tiene.

· Siguiendo unos sencillos pasos, tengo la confianza de llevar durmiendo trece años en ellos y nunca me ha pasado nada.

· Puedo ver mucha gente.

· Puedo ver las costumbres de mucha gente.

· Me siento más cercano a mi pueblo. Porque no estoy en una caja de cristal viendo cómo todo se viene abajo mientras a mí “no me pasa nada”.

· No me siento indiferente.

· Porque comparto.

· Veo mi ciudad.

· Puedo pensar e imaginar.

· Escucho las emisoras populares y me doy cuenta de otras realidades.

· Puedo saber los precios de una bolsa de maní, una galleta, una manilla de cuero o una pulsera de plata, un conjunto de lapiceros o una canción.

· Le puedo ceder mi puesto a una dama y sentirme muy bien el resto del día por esto.

· Le puedo sonreír a la gente y darle esperanza al contagiarle mi felicidad.

· Me trae recuerdos infantiles, del colegio, de la universidad y de la vida.

· Me aprendo los vallenatos que no me gustan, los reggaetones más desquiciantes, y la salsa de alcoba que ya no escucho sin darme cuenta de que lo estoy haciendo.

· No me estreso por un trancón. Simplemente puedo dormir mientras pasa.

· Escuchando hablar al conductor con su ayudante aprendo de los verdaderos problemas sociales.

· Como a mí no me toca andar en bus, sino que lo hago por decisión, me puedo disfrutar cada momento.

· Ahorro mucho dinero.

· Tener el conocimiento de qué ruta sirve para llegar a qué calle dependiendo de la calle donde se esté me hace sentir que conozco mi ciudad como la palma de mi mano.

· Todavía, trece años después me sigo sintiendo libre, lleno de aventura y responsable.

PS: La imagen se la debo a un gran amigo mío. Gracias Juan Manuel

7 comentarios:

Eliana dijo...

A mi también me gusta...

La gente charla contigo y te distraen el resto del camino...

Puedo mirar a los que están en la calle, cuando se caen, o los tantos personajes pintorescos de la ciudad...

Lo único que no me gusta son los vendedores, dado que aquí en Cali, muchos se suben y roban con el pretexto de "rapear"....

Anónimo dijo...

la verdad por momentos andar en bus me parece estresante, pero bueno uno que lo usa pues debe verle el lado bueno.

Y todo lo que enumeras de andar en bus tienes mucha razón, en los buses se pueden vivir tantas situaciones y anécdotas que uno muchas veces ni se imagina.

Buen post.

Saludos

Nelson Piedra - nopiedra dijo...

Lindo post, yo debo volver a tomar el bus....

kxi dijo...

@eliana: Incluso los vendedores y payasos los disfruto. Ah y los que cantan también: "Buenas tardes a la dama, buenas tardes al caballero. Con el permiso del señor conductor, voy a pasar por cada uno de sus puestos mostrando este rico y delicioso producto..."

@javier: Andar en bus puede llegar a estresar, es cierto. Sin embargo, andar en cualquier medio de transporte en Cali, en este momento puede llegar a estresar igual.

@nelson: Gracias. No lo hago para promocionar la forma, pero bueno, siempre es bueno que con el mismo combustible nos movilicemos más

Saudade dijo...

Yo siempre he pensado lo mismo, andar en bus es delicioso, uno se sienta, abraza su maleta y a dormir, si hay trancón pues mejor porque se duerme más, si no quiere dormir, lea un libro o aprenda un idioma con audiobooks.

No se estresa por el tráfico, ni porque le de otro bus, si se pincha o vara no es su problema, etc.

SI yo viviera en la civilización no usaría en carro para ir a trabajar, me ahorraría gasolina, llantas, aceite y viviría más feliz.

Desafortunadamente vivo "donde el viento da la vuelta" por ponerlo de una manera amable, así que no es práctico para mí usar bus...

Y además últimamente el tráfico de buses en cali por los trancones del mio ha aumentado los tiempos de conmute muchisisisismo... así que por ese lado gana el carro!

Iki dijo...

Yo empece a montar bus a los 12 años y esa fue la puerta para mi indenpendencia y poder ir a donde quisiera sin depender de mis papás...

Ahora que vivo en una ciudad donde estoy obligada a usar carro, porque el transporte publico es malisimo, extraño la comodidad de salir a la calle y estirar la mano y conseguir transporte...

Aqui si no tengo carro estoy atrapada en la casa...

Anónimo dijo...

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