jueves, 27 de marzo de 2008

Diccionario Personal

Este jueves el Aleph no les trae una frase para despedazar en interpretaciones, sino que encontró otra de esas joyas literarias que desde su primer artículo prometió que eventualmente publicaría.

En esta ocasión se trata del “Diccionario Personal” de Pablo R. Arango, un profesor de filosofía de la Universidad de Caldas. El texto que leí (desafortunadamente en físico, en El Malpensante) trae 27 términos definidos por el autor, pero en esta oportunidad solo les traigo algunos para que nos vayamos instruyendo en lo que viene siendo las definiciones más actuales de las palabras.

Las definiciones se mostrarán en orden alfabético, y empezaremos con la palabra Amor, que, coincidencialmente, tal vez es la más importante:

Amor. Sustancia alucinógena que emana de las sonrisas. Las mujeres son inmunes: una serpiente no muere por su propio veneno.

Yo había escuchado que amor era el triunfo de la imaginación sobre la inteligencia, pero esta definición también me ha gustado. Otra palabra que define es Dasein, la cual me dejó un buen sabor de boca:

Dasein. Palabra alemana exportada al castellano, al inglés, al italiano, al francés, al portugués y seguramente a muchas otras lenguas que el autor de este diccionario desconoce. Fue introducida en los idiomas naturales humanos por una única persona: Martín Heidegger. Se presume que quiso decir alguna cosa con ella, pero los expertos no se han puesto de acuerdo todavía sobre qué. Algunos dicen que significa “Ser Humano”; otros, “ser-ahí” (con la raya); otros más “existencia”. Pero todos, después de traducirla, ponen entre paréntesis Dasein. Su uso, en cambio, sí revela cierta uniformidad: sirve para denotar una idea profunda cuando no se tiene ninguna. El profesor Jorge E. Rivera, quien, a juicio de los expertos, ha expendido la mejor traducción al castellano de la obra que difundió la palabra, dice: “La palabra Dasein significa, literalmente, existencia, pero Heidegger la usa en el sentido exclusivo de la existencia humana. Se la podría traducir, pues, por “existir” o “existencia”. Pero con esto se pierden todas las alusiones que Heidegger hace implícitamente a la etimología de la palabra: Dasein significa literalmente “ser ahí”, y por consiguiente se refiere al ser humano, en tanto que el ser humano está abierto a sí mismo, al mundo y a los demás seres humanos. Pero Dasein alude también, indirectamente, al abrirse del ser mismo, a su irrupción en el ser humano. Por eso hemos preferido dejar la palabra en alemán, como lo hacen, por lo demás, hoy día, la mayoría de los traductores”. Como decía mi tío Darío, "y después dicen que el hijueputa es uno".

No podría estar más de acuerdo con el último comentario. Pero hubo otra definición que ya todos lo hemos ido entendiendo, pero es refrescante verlo escrito:

Doctor. 1) Apelativo que utilizan los lustrabotas para referirse al cliente de turno. 2) Título académico que recibe cualquiera que pague lo suficiente y que lo habilita para recibir su salario a cambio de quedarse quieto y callado, o de escribir como un caballo. Dicen que en España se corre el riesgo de recibir el título, enmarcado, súbitamente y con un golpe en la cabeza si uno pasa sin el suficiente cuidado y a la hora impropia enfrente de alguna universidad importante.

Como dije, nada que no intuyéramos ya. Voy a terminar con la definición de Música Clásica, que me ha dejado realmente pensando:

Música Clásica. Cuando no existía la fiscalía, mi papá trabajaba como juez de instrucción criminal en Manzanares (Caldas). Con frecuencia debía viajar a la zona rural para adelantar las investigaciones propias de su cargo. Lo que más le molestaba era tener que soportar la música de carrillera que le ponían los choferes de los jeeps que contrataba para los viajes. Así que decidió emprender una labor didáctica y, cada que viajaba, llevaba en el bolsillo de la camisa un casete con música clásica. Apenas comenzaba el viaje y el chofer ponía alguna canción del Caballero Gaucho o cosa por el estilo, papá le pedía el favor qe quitara eso y pusiera su casete de música clásica. Para complementar su labor, papé le echaba siempre el siguiente sermón: “Mire, señor. Esa música que le acabo de poner se llama música clásica. Para que usted me entienda, le voy a explicar la diferencia con una comparación. La música clásica es como la mamá de las demás músicas. El Rock, la balada, el vallenato, son como las hijas buenas de la música clásica. Mientras que esa porquería que usted puso al comienzo, esa música de carrilera, es como las hijas putas de la música clásica”. No se que tan efectiva fue la didáctica de papá en cuanto al cambio del gusto musical de los choferes, lo cierto es que siempre le funcionaba en los viajes, ya que se oía su casete a la ida y a la vuelta. Hasta que un día un chofer lo miró a la cara después de terminar el sermón y le hizo la siguiente pregunta, como un alumno obediente: “Oiga dotor: ¿Y usté dónde pasa más bueno: donde su mamá o donde las putas?”.

Indiscutible que deja algo para pensar. Claro, queda abierta la posibilidad que se contradiga alguna de las definiciones aquí plasmadas, o que se desee ampliar el diccionario con definiciones que conozca o haya creado a partir de su experiencia.

Mauro Z

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