sábado, 5 de julio de 2008

Reflexiones sobre la libertad y el secuestro


Era inevitable hablar sobre esto. Sucumbí ante la presión mediática (aunque tenga problemas con ella). También sería bueno para el tráfico del blog. Si la vez que medio nos involucramos con las marchas del 4 de febrero y del 6 de marzo la cantidad de visitas se incrementó históricamente a un punto que no hemos podido alcanzar de nuevo (salvo, a fuerza de acumulación y persistencia el primer artículo del blog). En fin, tenía que expresar algo de mi opinión al respecto (sólo la que me siento en libertad de hacer).

El concepto de libertad puede ser mal interpretado por muchas personas al creer que es libre aquel que puede y hace todo lo que se le ocurre. Todo lo que se le viene en gana. En un poco más complicado que eso. No tengo la formación adecuada (soy un ingeniero) y como inferí de un artículo que leí de Abad Faciolince a veces la gente comenta de lo que no sabe sin absoluta responsabilidad. Pero tengo claro que el concepto de libertad está ligado al concepto de responsabilidad. A la normatividad socialmente aceptada. A las regulaciones que en conjunto nos ponemos. Y el ejemplo anterior me parece apenas apropiado: Una cosa es tener el acceso a los medios, y otra tener la libertad para expresar lo que se piensa: ¡Libertad de prensa! Si claro, y qué de la ¡Responsabilidad de prensa! La segunda debería estar implícita y ser entendida así en la primera. Pero no. Aquí (en mi país, y si conociera más me atrevería a decir que en el mundo, pero no) las fronteras morales se han movido y los conceptos comienzan a ser obsoletos. La libertad entre ellos. Porque si no hay regulaciones socialmente concertadas, entonces la responsabilidad que se espera en un ser libre, no existe. Y en ese caso pasamos a la anarquía. A la ley del más fuerte.

Los quince secuestrados estuvieron privados de su libertad física. Algunos seis, otros hasta diez años. Privados de casi todas las cosas que quisieran hacer o imaginar. Otra gran parte del país, hace algún tiempo ha perdido su libertad de pensar. Hacen y dicen lo que los noticieros les ponen en frente. No se cual es peor, pero espero no perderlas nunca. Esas pobres personas, que durante años les tocó en suerte ser afectados por el conflicto que vivimos en su bien más preciado hoy en día tienen que salir a afrontar el mundo:

1. Sin haber leído un libro en varios años.
2. Sin saber qué es un correo electrónico.
3. Sin haber aprendido sobre sus pasiones en varios años.
4. Sin ver a sus familias. Como extraños entre ellos.
5. Sin ver crecer a sus hijos. Algunos sin derechos sobre la crianza de ellos.
6. Sin conocer las calles de sus ciudades.
7. Sin conocer los robots
8. Sin saber qué canales de televisión hay
9. Sin haber visto las últimas películas de los últimos años
10. Sin saber que puedes cargar 16 Gb de música en tu celular
11. Sin saber qué es un Gb.
12. Sin saber cuán importante es hoy la Internet.
13. Sin saber cómo ha cambiado la forma de comunicarse
14. Sin saber qué es un emoticón.
15. Sin haber dormido con sus parejas en años.
16. Sin haber comido sus platos favoritos.
17. Sin saber cómo vestirse
18. Sin haber dormido bien en años.*

Si yo no me siento libre cuando no trabajo en lo que yo quiero, si no me siento libre cuando no puedo decirle a mi jefe lo que pienso, si no me siento libre cuando no puedo comer lo que me gusta, cuando no puedo ir a las actividades culturales que me gustan, cuando no puedo escribir lo que quiero, cuando no puedo leer lo que quiero, cuando no puedo ver lo que quiero, cuando no puedo hablar, cuando tengo que hablar y no quiero, cuando no puedo conocer, cuando no puedo querer, cuando no puedo elegir (tal vez es la razón por la cual no me siento libre en este gobierno. Ok, ese es otro tema). El caso, es que no quiero imaginarme con la suerte de esas quince personas. Tampoco quiero imaginarme con la suerte de las otras setecientas personas que continúan privadas de su libertad y quien sabe de su vida, mientras sus familias sin conocimiento, sin libertad de sufrir de saber, siguen padeciendo. Mi voz de luto, por ellos. Por haber perdido el bien más preciado que se puede tener. Por haberlo perdido por manos de otros seres miserables, para los cuales no tengo palabras que describan todo el desprecio que siento por ellos.


1. Aquí alguno se quejará de que Ingrid es culpable de haber ido a una zona de distensión a hacerse secuestrar, pero yo difiero totalmente en ese pensamiento, pues creo que ella era libre, y como tal ejercía sus derechos, su influencia y defendía plenamente sus convicciones. Creo que el día que ella no pudiera hacerlo perdería su libertad. Y ese día le llegó. Ahora recuperó de nuevo esa libertad, y supongo, seguirá defendiendo sus convicciones con más madurez, pero Libre y Responsablemente.

* Están en el orden que se me fueron ocurriendo. No en el orden de importancia. Y si, faltan muchas cosas más.

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