Hoy para el Jueves del Aleph he traído el texto que le da el nombre a este espacio. Se trata del cuento El Aleph de Jorge Luis Borges. Por supuesto el cuento es bastante largo, así que aquí solo publicaré el fragmento en donde se habla del Aleph propiamente. En lo personal, me gustan muchos de los conceptos de Borges, el Libro de Arena (Un libro de infinitas páginas), el Disco de un Solo Lado, La Biblioteca de Babel (que tiene infinitos libros), etc., y El Aleph es uno de los más ricos. Un comentario al final.
El Aleph (Fragmento)
Jorge Luis Borges
Entonces vi el Aleph
[...]
En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Frey Bentos, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, vi la violenta cabellera, el altivo cuerpo, vi un cáncer de pecho, vi un círculo de tierra seca en una vereda, donde antes hubo un árbol, vi una quinta de Adrogué, un ejemplar de la primera versión inglesa de Plinio, la de Philemont Holland, vi a un tiempo cada letra de cada página (de chico yo solía maravillarme de que las letras de un volumen cerrado no se mezclaran y perdieran en el decurso de la noche), vi la noche y el día contemporáneo, vi un poniente en Querétaro que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala, vi mi dormitorio sin nadie, vi en un gabinete de Alkmaar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplicaban sin fin, vi caballos de crin arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba, vi la delicada osadura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa, vi en un cajón del escritorio (y la letra me hizo temblar) cartas obscenas, increíbles, precisas, que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino, vi un adorado monumento en la Chacarita, vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había sido Beatriz Viterbo, vi la circulación de mi propia sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo.
Sentí infinita veneración, infinita lástima.
[...]
En la calle, en las escaleras de Constitución, en el subterráneo, me parecieron familiares todas las caras. Temí que no quedara una sola cosa capaz de sorprenderme, temí que no me abandonara jamás la impresión de volver. Felizmente, al cabo de unas noches de insomnio me trabajó otra vez el olvido
Como todos los conceptos eternos e infinitos, resulta bastante perturbador. Imaginarse ver en un instante y en un mismo espacio, la mirada de todas las personas que existen, miradas de amor, de odio, de miedo, todas mirándote de frente (y las mismas de lado y demás), observar cada secreto, letra de cada palabra de cada texto que existe, observar todos los chistes gráficos y todas las imágenes espeluznantes, y todos los orgasmos reales y fingidos y los prontos, y todos los adolescentes que se estén masturbando, y las adolescentes, y los jóvenes y viejos, y todas las aberraciones que otros ojos estarán disfrutando. Básicamente sería tener toda la sabiduría del universo, pero quedaría albergada en una mente rota y dañada, ya que nada podría quedar intacto después de algo así.
¿Que te gustaría y que temerías ver en el Aleph?
En el sótano de mi casa hay un Aleph, ¿alguien se anima?
Mauro Z
4 comentarios:
Bueno, yo voy a hacer una pregunta aun mas existencial... Si alguien pudiera ver El Aleph y tuviera una visión del universo... La balanza se inclinaría hacia lo bueno o lo malo?
“Siempre creí que el universo era lo que hacíamos de él”
- Elleanor Ann Arroway (Jodie Foster).
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Pues no creo que las cosas sean malas o buenas con la observación, creo que justamente lo que mostraría el Aleph es que las cosas simplemente son.
Tal vez se incline la balanza hacia algún lado, pero dependerá exactamente de lo que tu interpretes o de como tu veas el mundo. Como crees que se inclinaria la balanza?
El bien y el mal son sólo conceptos inventados por el hombre para regular su comportamiento, naturalmente depredador y naturalmente social en sincronizado balance. Tal vez nuestros antecesores nos enseñaron mal. Aquí lo que importa es que ver todo al mismo tiempo tal vez sobrepase las capacidades cerebrales humanas (incluso si usamos el 96% teóricamente que no usamos de nuestros cerebros)
Hmm... Bueno, en medio de mi existencialismo positivista, creo que yo lo inclinaría hacia el lado de lo “bueno”, a decir verdad, creo que la respuesta a la pregunta que yo planteaba es un indicador de como se siente la persona a quien se le ha hecho.
...Soy de la perspectiva de que si las cosas simplemente “son” el universo sería algo tedioso, por eso prefiero meterle una pizca de positivismo, pero tenes razon, cada quien puede crear que es lo que quiere ver...
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